París, 4 de junio de 2025 — El ambiente en Roland Garros se ha vuelto más tenso de lo esperado, no por un partido épico ni una lesión inesperada, sino por una declaración breve, potente y, para muchos, incendiaria de Andy Murray, el ex número uno del mundo. Durante una entrevista tras su eliminación del torneo, Murray no se mordió la lengua cuando fue preguntado sobre Novak Djokovic, su viejo rival en la élite del tenis.
“Es solo un veterano, no una leyenda.”
Ocho palabras y un carácter —uno que muchos califican de “político”— que han sacudido al mundo del tenis como un terremoto. La frase, lanzada con una mezcla de frialdad británica y frustración mal disimulada, ha sido interpretada como una crítica directa no solo al jugador serbio, sino también al culto mediático que lo rodea.
Murray y Djokovic comparten una historia rica y compleja. Nacidos el mismo año, ambos han peleado por títulos en todas las superficies, y aunque el serbio ha cosechado más trofeos y récords, Murray ha sido uno de los pocos capaces de vencerlo en los momentos clave, como la final de Wimbledon 2013. Sin embargo, mientras Djokovic ha seguido sumando Grand Slams, Murray ha tenido que batallar con su cuerpo, su cadera, y con una prensa que constantemente le recuerda su “rol secundario” en la era de los “tres grandes”.
La declaración de Murray, dada con un tono casi casual, rápidamente se volvió viral. Las redes sociales explotaron. Algunos la aplaudieron por su honestidad y valentía. Otros la consideraron innecesaria, injusta y hasta resentida.
“No se puede negar lo que Novak ha hecho por el tenis. Eso lo hace una leyenda, aunque a algunos les duela”, escribió un comentarista de ESPN.
Sin embargo, hubo una parte significativa del público que comenzó a cuestionarse si Murray tenía razón. ¿Se puede llamar “leyenda” a un jugador que, en opinión de algunos, ha sido incapaz de inspirar admiración fuera de sus estadísticas? Las polémicas de Djokovic con las vacunas, sus gestos durante los partidos, y su complicada relación con el público en diferentes torneos del mundo, han hecho que, pese a sus logros, su figura no sea unánimemente venerada.
Lo más sorprendente fue la reacción del propio Djokovic. En lugar de responder con furia, sarcasmo o indiferencia, como ha hecho en otras ocasiones, Novak optó por una respuesta mesurada:
“Si Andy piensa eso, está en su derecho. Yo solo intento hacer lo mejor en la pista y representar a mi país con orgullo. Las palabras no cambian lo que he vivido ni lo que he dado al deporte.”
Esta declaración —que muchos consideraron una lección de clase— generó una ola de respeto inesperada hacia Djokovic, incluso por parte de algunos que habitualmente lo critican. En redes sociales, comenzaron a circular mensajes como: “Por primera vez, Novak ha ganado sin jugar un solo punto”.
Tras la tormenta, la conversación en los pasillos de Roland Garros, en las tertulias deportivas y en las redes gira ahora en torno a una sola pregunta: ¿Qué define a una leyenda?
Para algunos, como Rafael Nadal o Roger Federer, no hay discusión. Sus títulos, carisma y amor del público los han elevado a un estatus casi mítico. Djokovic, por otro lado, sigue generando división. ¿Son suficientes los números? ¿O se necesita algo más?
Andy Murray ha sido durante años la voz crítica del circuito. Ya en 2022 fue uno de los primeros en cuestionar el trato desigual entre el tenis masculino y femenino. Ahora, con esta nueva declaración, ha vuelto a ser el centro de un debate importante.
Tal vez, más allá de buscar controversia, Murray solo está intentando recordarnos que el tenis no solo se juega con raqueta, sino también con ideas.
Y con una frase de ocho palabras, ha conseguido encender el fuego del pensamiento en un mundo donde muchas veces solo se miran los trofeos.